domingo, 29 de abril de 2012

TARDE LARGA

...Égica, Witiza y Rodrigo. Ante el pasmo de sus compañeros Pedro había recitado todos los Reyes Godos. En el gimnasio saltó caballo, potro y plinto sin volcarlo; subió la barra fija y la cuerda, las dos a pulso. El dictado sin tachaduras en rojo de la maestra. Los goles que metió en su calle fueron pan comido, arrodillándose ante él hasta los abusones. El regreso a casa por la Gran Vía sin mangantes que lo amenazaran.
Al llegar a merendar Pedro fue recibido por doña Emilia, la vecina, que le contó cómo su abuelita había enfermado tanto que su madre había llegado más tarde que los angelitos y se quedaría en el pueblo unos días para despedirla. Al ver a su hermano quinceañero con los ojos enrojecidos y escuchar sollozos en el cuarto de la benjamina, Pedro, a punto de llorar, supo lo difícil que sería mantenerse en la cumbre.


Microrrelato presentado al concurso 100 años de la Gran Vía hace un par de años.
También colgado en este enlace

miércoles, 18 de abril de 2012


AGOTAR   EL ÁMBITO DE LO POSIBLE  ( TEMA: La Inmortalidad)

                                                                                                           Carmen Martí

Hace 100.000 años, un meteorito engulló  a los dinosaurios. Si ese fenómeno no hubiese ocurrido ¿Serían hoy los dinosaurios inmortales?  ¿Jalonarían su evolución con testimonios de su ingenio? Modos de vida, civilización, arquitectura, pintura, música…¿ Cómo serían sus ciudades? ¿Sería  su gusto artístico, como el mundo de E.T o de Shrek?  Tal vez su definición de belleza nos espantaría ahora.  Los cánones de belleza  los establecen las diferentes civilizaciones.

¿Inmortalidad para que?  La vida es evolución, cambio.   Los cánones de vida y de belleza los establecen las diferentes civilizaciones. Hoy se busca  la eterna juventud.  Las modelos de Rubens  no gustan hoy, sin embargo la belleza del cuadro, de la obra creada,   sí es inmortal. Aunque, como decía Aristóteles,”son inmortales las obras, no siempre los autores”.   Los creadores son los avanzados del pensamiento y de la creación en cada época y no siempre son comprendidos.  Las diferentes épocas definen si una obra es o no inmortal. A veces tardan siglos en ser  reconocidas.

         

          Hoy, las redes sociales han abolido todas las fronteras, los niveles socioculturales, las diferencias raciales… en la red, por lo menos,  todos  somos iguales.

Conocí  a un niño en Marruecos que mendigaba hasta conseguir dos dirhams para pagarse una hora de Internet en un locutorio y ver el partido Madrid-Barça. Luego volvía a mendigar para conseguir otros dos dirhams para visitar Nueva York por Internet.  Esos eran sus posibles y los cumplía cada tarde.  Es un primer paso.  La velocidad y la red hacen el mundo más próximo, más pequeño.  ¿Justificaría ese fenómeno la inmortalidad?  

          Me imagino dentro de muchos años,  toda arrugadita, toda encogidita como una oruga  -más pequeña que la cucaracha de Kafka-  como un bicho-bola  que dice mi nieta, mientras la raza va evolucionando con el uso de las nuevas tecnologías.  Dedos pulgares e índices  muy desarrollados, los demás dedos, casi desaparecidos. Un cabezón tipo ET con orejas aplastadas por los auriculares y todo, piernas y brazos chiquitos porque no los usarán mas que para sentarse delante de cien pantallas o lo que exista entonces.  No caminarán, se moverán sentados  en sillas propulsadas.

Y yo que llevo tantos años aprendiendo a vivir la vida que me ha tocado, adaptándome poquito a poco a lo que me iba encontrando, debería seguir empujando la piedra hacia  arriba de la colina  como Sisipho,  verla cómo se cae,  bajar a buscarla para volver a empezar. Absurdo. 

Cuesta un gran esfuerzo encontrar el camino de la vida. Trenzar hilos blancos y negros en una misma cuerda, en un mismo ser humano. Hay un cambio interior que nos conduce a las cumbres del espíritu, que nos hace volar,  creer por un instante en la inmortalidad.  Pero también llegan otros cambios  que nos abocan  al abismo.

No  pretendo la inmortalidad. ¿Quién soy yo para imponer mis cánones, mis valores al futuro?  Pero sí  reclamo la voluntad de vivir sin renunciar a nada que me corresponda: ni al amor, ni a la ternura, ni a la inteligencia.  Y lo deseo para todos porque  me avergonzaría  ser feliz en soledad.  He aportado una micro millonésima partícula de neutrón  a la cadena humana  con cinco espléndidos eslabones que  han creado ocho eslabones más que, a su vez, seguirán aportando más eslabones.  Esa es la inmortalidad que reclamo.  Y la semilla de conocimiento y la sed de vivir que sembré en mis alumnos durante muchos años,  y la amistad que cuidé cuando me la ofrecieron, como cuido una planta: la riego y le hablo para que no se muera y crezca lozana.

Píndaro escribió: No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.

Yo siento ese afán humano de imposibles, de inalcanzables, de sueños utópicos que me hacen avanzar.  Pero no deseo la inmortalidad. No quiero ser el monstruo arqueológico de generaciones venideras.  Quiero sentir el miedo de arriesgar lo que me importa para seguir luchando por ello. Eso es vivir.

Mi ámbito de lo posible hoy, sería ver realizados mis guiones en pantalla, terminar una novela, un libro de poemas, un libro de cuentos. Publicarlos, dejar así mi  humilde semilla como reconocimiento por las aptitudes que me entregaron al nacer.

Y me faltaba lo del árbol. Siendo jovencita, planté un ciprés en el camino de la ermita de mi pueblo.  Está frondoso y erguido. Y aquí cerca, planté un cedro del Líbano cuando nació mi primer nieto.  Participo en la reforestación de Mata Fina  en Bahía, Brasil para ayudar a que no destruyan el ecosistema  en el que han de vivir mis nietos.



Y cuando llegue el día del último viaje

Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar

Me encontraréis a bordo ligero de equipaje

Casi desnudo, como los hijos de la mar.



Allí me esperan los que he amado y me han precedido. Pronto los veré.

Madrid, 28.2.2012

EL ASCENSOR

EL ASCENSOR
En la sala de exposiciones del hotel había mucha gente, se estaba promocionando un artículo que era, según los vendedores, magnífico para la salud.  La verdad es que era bastante rollo y hacía mucho calor, después de un buen rato decidí volver a la habitación.
En los ascensores del vestíbulo interior había menos gente, los huéspedes los usaban menos pero aún así hasta la quinta o sexta vez, no me tocó el turno.
Pulsé mi piso, el quinto, y alguien el cuarto. Al llegar al cuarto piso y por alguna razón desconocida y a la vez fantástica, el ascensor desembocó en el jardín que estaba frente a la puerta principal del hotel. Por allí se dio unas vueltas, ante el asombro de todos, y después dando marcha atrás se dirigió a una de las puertas del hotel.
De repente nos encontramos andando en el propio jardín que ahora era inmenso. Aparecieron unas chicas corriendo aterrorizadas, estaban heridas, llevaban sangre en el rostro y en los brazos. Trataban de restañarla aplicando unos extraños trapos. Sin saber qué pasaba, seguimos a paso vivo hacia el hotel.
Entonces aparecieron unos cuantos chicos de aspecto desarrapado y casi patibulario con grandes cuchillos en las manos que nos amenazaban y se reían de una manera tan siniestra que daba miedo. Comprendimos que el terror de las chicas se debía a ellos. Como pudimos corrimos sin parar pero los muchachos nos daban alcance.
Forcejeando con uno de ellos, se quedó en la mano con la chaqueta que yo llevaba echada sobre los hombros. A su vez yo conseguí asirle firmemente de una mano, tirando con fuerza, pues ya estaba llegando a la puerta del hotel, donde quería introducirle para que el personal de seguridad se hiciera cargo y le entregara a la policía.
Al traspasar la puerta del vestíbulo, noté que ya no “tiraba” de él, pero que sin embargo seguía sujetando su mano, miré, y aterrorizada comprobé que era una mano postiza. Él se había escapado.
Aquella prótesis era irreal y amenazadora, tenía el tacto normal de carne humana, pero además era autónoma, los dedos se movían tratando de aprisionarme. Traté de sacudirla contra el suelo, pero era como si se hubiera  pegado a mí. En vez de tenerla yo a ella, ella me tenía a mí.
Mi cabeza ya no razonaba, el pánico se había adueñado de mí, los dedos de aquella mano inverosímil subían hacia mi garganta. Estaba agotada de forcejear. Poco a poco me dejé llevar. Luchar era mucho más cansado que cerrar los ojos y dejarme llevar. Este sueño irreal, y a la vez placentero me fue cada vez más grato.
Pero sin embargo, sin saber cómo, volví a luchar. No podía dejar que algo desconocido me venciera, que hundiera en la nada mi vida y mis ganas de seguir adelante. Había que sobreponerse, sacar fuerzas y luchar hasta el final contra aquel sin sentido que me atenazaba. Tenía las fuerzas al límite, pero en mi fuero interno sabía que no me podrían vencer. Una débil luz de esperanza se abrió camino entre el pánico.  Cuando me derrumbaba hacia el suelo del vestíbulo del hotel, pensé que alguien acudía en mi ayuda. No sabía si era real o una parte más de la locura que me rodeaba.


Fuencisla 2011

Fue publicado en la revista digital literaria A CONTRAPALABRA, en su número 6, sep. 2011
   




viernes, 13 de abril de 2012

"Oui"

“Oui”
Aquella  terraza soleada en la mañana otoñal, le atrajo irresistiblemente hacia ella y, buscando una mesa libre, se sentó y espero a que el camarero se le acercara para pedirle un café con leche. Eran las once y media y podía dar por concluida su jornada laboral. Había viajado hasta Paris para cerrar la venta de un importante pedido para su fábrica de botones de fantasía. A pesar de haberlo concluido con éxito, no se sentía satisfecho del todo. El precio pactado, y sobre todo el plazo de entrega, le obligaría a pagar muchas horas extraordinarias y el poco margen de beneficio acabaría esfumándose. Mientras estaba en estas reflexiones, sus ojos se detuvieron en la imagen de una muchacha que, sentada unas mesas mas allá, parecía inmersa como él en una profunda reflexión.
Le distrajo el camarero depositando el café con leche en la mesa y un gran vaso de agua. Vació el sobre de azúcar en el café y con la cucharilla empezó a remover lentamente mientras dirigía la vista a todo cuanto le rodeaba: el bulevar de enfrente, las flores que en él había, los coches que por todas partes circulaban, el quiosco de periódicos próximo, el continuo discurrir de los transeúntes por las aceras, y los hombres de negocios que, leyendo el periódico  y absortos a cuanto había a su alrededor, copaban la mayoría de las mesas colindantes.
Bajó la mirada hacia la taza del café y tras dar el primer sorbo, fijó sus ojos nuevamente en la muchacha que estaba sentada en una mesa próxima. Permanecía completamente igual que cuando se fijó en ella por primera vez. Seguía en estado aparente de reflexión continua, absorta a cuanto a su alrededor sucedía. No había movido una página del periódico que tenia enfrente y estaba como aletargada
Mientras tomaba el café sorbo a sorbo, empezó a fijarse en ella de manera detallada. Le gustó el pelo suelto, limpio y sedoso , que le caía por las mejillas. Sus manos, algo grandes, parecían delicadas. El vestido corto le permitió contemplar unos muslos turgentes que le provocaron una ligera subida de la libido. Los zapatos estaban brillantes y limpios, cosa que le agradaba mucho porque a él siempre le dijeron que los zapatos son una muestra de la personalidad de las personas que los calzan. Si llevaba los zapatos limpios era porque tenía una buena autoestima, era ordenada y tenía un buen concepto de si misma, se dijo:¿En qué estaría pensando….? Eso mismo se parecía preguntar la viejecita que en una mesa colindante, estaba junto a ella, y que no dejaba de mirarla mientras disimulaba con el periódico delante. Ella se había bebido la consumición, las gafas de sol descansaban encima de la mesa y, miraba sin ver la prensa como queriendo encontrar una respuesta a algo que le atormentaba.
Protegida bajo el toldo de la terraza,  parecía estar cómoda con la temperatura exterior. En el sol,  sin embargo hacia mucho calor. 
Cuando acabó con el café, bebió un buen sorbo de agua y dejó el vaso sobre la mesa  mirando nuevamente a la muchacha que tenia enfrente. ¡Me gusta!, se dijo: me gusta su vestido blanco y ceñido, me gusta su pelo limpio, sus muslos, sus zapatos  y…. , en ese momento, ella levantó la vista hacia el frente, como para querer descansar la mirada y, tras hacer un recorrido de ciento ochenta grados con su cabeza, acabó deteniendo sus ojos, por unos instantes, en los ojos de él, a la vez que, le regalaba una seductora sonrisa que, inquietó mucho al provinciano fabricante de botones y le provocó una súbita taquicardia.
Ella, lánguidamente volvió a fijar la mirada en la prensa que tenia frente a si, de tal manera que, parecía que nunca la hubiera levantado de allí.
El, volviendo a beber agua, trató de tranquilizarse, y quiso que su corazón volviera a latir con su pulso normal. Al poco de conseguirlo, su mente se  dispersaba en continuos pensamientos mitad racionales mitad irracionales.
Se descubrió tratando de ver reflejado en su memoria el rostro que apenas percibió segundos antes mientras ella lo miró. ¡Preciosa ¡ se dijo. Es una mujer preciosa…. Ya me gustaría a mi casarme con ella. Debe ser poco mas joven que yo. Está sola y debe estar buscando trabajo. Quizá no sea francesa. A lo mejor le ha dejado su novio. ¿Dónde vivirá? ¿A que se dedicará?. Yo seria feliz pudiendo dar todo lo que tengo a una mujer como esa. Conmigo no le iba a faltar de nada. Tengo una fábrica próspera y de mi propiedad que, he heredado de mi padre cuando falleció el año pasado. Tengo una bonita villa con espacio suficiente para formar una numerosa familia y darles a todos cuanto pudieran necesitar. No me gusta ninguna muchacha  de mi pueblo ni de los alrededores. Son todas unas lagartas que solo me quieren por mi dinero, pero ésta, que no sabe quien soy, seguro que se enamora de mi por mi forma sencilla de ser, por mi espíritu alegre, despreocupado y simpático. Con mi sentido del humor, se verá arrastrada a mi lado sin que nunca más nos podamos separar.
Volvió a beber agua como para tomar aliento y, en su mente apareció de nuevo el rostro de la muchacha. Se sorprendió con un gesto extraño, algo parecido a una sorpresa, o mejor aun, a un susto. Intentó focalizar la imagen nuevamente en su cabeza, pero ya se había desvanecido. Ella seguía mostrando su lado izquierdo cubierto por el cabello, y la mirada fija en el periódico que tenia frente a si. La zozobra se apoderó de él y, tras otro sorbo de agua, quiso ver nuevamente en su retina el rostro apenas divisado una única vez. Se concentró, y al poco, volvió nuevamente a florecer  la imagen de la muchacha. Una sonrisa se dibujó en su rostro, y el corazón le latió con más fuerza. Es preciosa se dijo, y mientras lo decía, pudo contemplar algo que le llamó nuevamente la atención: no eran sus ojos; color miel, ni su nariz, delgada y proporcionada. Ni sus labios carnosos y rojos. Ni sus mejillas tersas y blancas. ¿Qué era aquello que entonces le había sobresaltado? 
Su madre le había dicho que lo mejor que él tenia, era su intuición. Sabía que no era una persona muy inteligente. A la universidad no fue. Su padre le había enseñado el negocio, y él, gracias a su intuición lo había hecho crecer. Ahora, con tan escasos elementos, no podía tomar una decisión. Su corazón le decía que aquella era la mujer de su vida y que, seria la envidia de su pueblo cuando todos le vieran llegar con ella. 
En estas reflexiones andaba, cuando ella se levantó, se puso sus gafas de sol, dobló el periódico; y, cuando  él pensaba que se iría de allí sin dirigirle ni una mirada; abrió su bolso, sacó un cigarrillo y tras mirar y remirar en su interior buscando un encendedor, posó la mirada en la mesa del joven fabricante y se encaminó hacia él con un ligero movimiento de cadera que, dejó boquiabierto al enternecido empresario,  y mas confirmado aun  en el febril enamoramiento súbito que le había producido.
Al llegar a su altura, mostrándole el cigarrillo, se lo puso en los labios y se aproximó tanto a él que, éste, con las mejillas encendidas, a pocos centímetros de sus ojos, prendió el encendedor y le dio fuego.
Me permites invitarte a un café, por favor, le dijo él, con un ligero nervosismo en su voz.
 -“Oui”- le respondió ella con una voz algo rugosa; y, con un gesto de mano, llamó al camarero y éste, con una sonrisa picarona se acercó a la mesa y mirando primero a ella y luego a él, preguntó lo que querían beber. ¿Entonces dos Martinis secos, señor? Le interrogó a él, mirándole a los ojos, y con las cejas enarcadas y los labios fruncidos. Si, le contestó secamente, con ganas de que se fuera de allí cuanto antes, y con muchas prisas por empezar a mostrar cada uno de sus encantos a esa preciosa mujer que tenia a su lado.
Conforme se retiraba el servicial e irónico muchacho  en busca de la comanda al interior del bar, a su cerebro, le llegaron las imágenes con la cara burlona del camarero, y la visión próxima del rostro de  ella, mientras le encendía el cigarrillo. En ese instante comprendió todo, supo lo que su intuición le había querido decir y no había sabido ver. Entendió la cara del camarero y, se sintió cual cazador cazado: las manos, la voz, y esa nuez bajo su barbilla, ponían a las claras una evidencia.
Se acordó de la película “Con faldas y a lo loco” , y se dijo:  ¡nadie es perfecto!

miércoles, 11 de abril de 2012

PREHISTORIA

¿PREHISTORIA?

Mon y Raky son dos jovencitos, chico y chica. Van vestidos con pieles de animales y se calzan con botas del mismo material. Aunque el frío es intenso, hoy luce el sol. En la puerta del hogar, la cueva, se comunican. Demuestran un gran interés el uno por el otro. La chica Raky admira a Mon, le encuentra más delicado que al resto de los chicos y hombres del grupo.

En cambio el resto de los hombres le miran mal. Mon tiene un defecto en una pierna y no es apto para cazar corriendo entre los mamuts lanudos. Él está apesadumbrado. Tiene cierto sentido del ridículo. No se siente útil dentro del grupo. Como no puede hacer un ejercicio físico igual que sus compañeros, es retraído y le gusta mucho tallar la piedra y la madera.

En realidad con esta actividad se encuentra muy satisfecho. Su madre mueve la cabeza con  desánimo cuando le ve, piensa que su hijo no va a poder defenderse igual que los otros muchachos. Teme por su vida. Es moreno con el pelo duro y negro, la piel oscura, pero en cambio sus ojos son dulces, amables. Irradian una luz color caramelo.

 A Raky le encanta estar a su lado y ver como trabaja. Los cazadores le encargan puntas de fecha porque el filo que logra sacarlas es superior a las que manejan habitualmente, con lo que penetran mejor en la piel de los animales que cazan. Todo el clan vive de ella. Durante una muy larga temporada todo está cubierto de nieve y no pueden recolectar, ya que no sale ningún vegetal de la tierra.

A Mon también le gusta Raky la encuentra bonita, es de piel más blanca que la suya pero sus ojos negros relucen, a él le parece que incluso en la oscuridad. Además sabe estar callada, cuando se sienta a su lado en el suelo mirando como trabaja. Hace que se sienta importante.

Por eso en los ratos en que está solo está tallando una cosa distinta. Algo parecido a una figura humana, pequeña, a la que está vistiendo con algún material de deshecho que encuentra. En la cabeza le ha pintado con hollín algo que se asemeja al pelo de los humanos, y también en la cara ha dibujado ojos y boca. Esta con las comisuras hacia arriba en un gesto simpático.

 Esta tarde cuando Raky está con él le ha tocado con delicadeza la cara y le ha entregado su creación. Ella al ver lo que era se ha quedado callada, sin habla y con la boca ligeramente abierta. Luego le ha sonreído y cogiéndole las dos manos se las ha llevado a su cara. Después apretando con ternura contra su pecho la figurilla de sus ojos han brotado unas lágrimas de gratitud.

Fuencisla enero 2012