sábado, 17 de junio de 2017

A CUATRO DÍAS DEL VERANO.

A CUATRO DÍAS DEL VERANO.-   (microrrelato)
           Ya llega sin darnos cuenta otro verano. Pero, ¿de verdad llega sin darnos cuenta? Retrocedamos unos años con la cámara de fotos: aquellas diapositivas con un niño rubio de pantalón corto. También era verano, con idéntico mar, con el ardiente calor de todos los veranos, con la misma puesta de sol en la linea del horizonte y con las abuelas de estas gaviotas que hoy revolotean por mi terraza del piso dieciocho. Pregunto a las nubes si ellas se acuerdan  de mí a pesar de las arrugas y de las  canas. Van y vienen al compás de la brisa que entona un popurrí de canciones antiguas y modernas, lentas y movidas. Conozco sus estribillos, las de antaño  y las del presente. El tiempo ha dado mucho de sí. Los años han pasado arrastrando en sus días episodios amargos y alegres,  porque la vida no es sólo un camino de rosas, como dicen. Se asemeja a un largometraje en tono de comedia a veces, con el correspondiente suspense; con escenas de humor; por desgracia, algún drama que otro y muchas elipsis con  incertidumbres  e interrogantes deseosas de que lo que llegue sea con final feliz.  
Tornasol.

martes, 6 de junio de 2017

          JUNIO.
     Este año ha llegado el verano en un pis pas. Hace unos días hubo que sacar el chubasquero del armario porque las nubes salieron con la misma fuerza que en el mes de enero y el frío traspasaba los huesos. A los dos días abrimos la maleta porque ya habíamos introducido la gorra de visera en ella por si se nos olvidaba para las próximas vacaciones. Un calor insoportable nos invadió, superando los treinta grados como en pleno mes de agosto con el granizo de las tormentas  que nos había castigado sin las futuras uvas de postre por agujerear las hojas de nuestras parras. También la helada de una sola noche evitó que nacieran las cerezas  tardías del árbol cercano a la caseta,  y el viento  tiró sin piedad los albaricoques salmón  ya tan grandes como nueces. 
          Todo en la huerta, salvo los olivos, nos desconcertó. Los pájaros, los pichones en sus nidos, las  picotas caídas y comisqueadas, el estanque más lleno que nunca por la lluvia, el bochorno de ese día de junio y unos visillos rasgados y sucios que se enredaron en el asa de un cubo con agua.

Tornasol.