AGOTAR EL ÁMBITO DE LO POSIBLE ( TEMA: La Inmortalidad)
Carmen Martí
Hace 100.000 años,
un meteorito engulló a los dinosaurios.
Si ese fenómeno no hubiese ocurrido ¿Serían hoy los dinosaurios
inmortales? ¿Jalonarían su evolución con
testimonios de su ingenio? Modos de vida, civilización, arquitectura, pintura,
música…¿ Cómo serían sus ciudades? ¿Sería
su gusto artístico, como el mundo de E.T o de Shrek? Tal vez su definición de belleza nos espantaría
ahora. Los cánones de belleza los establecen las diferentes civilizaciones.
¿Inmortalidad para que? La vida es evolución, cambio. Los
cánones de vida y de belleza los establecen las diferentes civilizaciones. Hoy
se busca la eterna juventud. Las modelos de Rubens no gustan hoy, sin embargo la belleza del
cuadro, de la obra creada, sí es
inmortal. Aunque, como decía Aristóteles,”son inmortales las obras, no siempre
los autores”. Los creadores son los
avanzados del pensamiento y de la creación en cada época y no siempre son
comprendidos. Las diferentes épocas
definen si una obra es o no inmortal. A veces tardan siglos en ser reconocidas.
Hoy, las redes sociales han abolido
todas las fronteras, los niveles socioculturales, las diferencias raciales… en
la red, por lo menos, todos somos iguales.
Conocí a un
niño en Marruecos que mendigaba hasta conseguir dos dirhams para pagarse una
hora de Internet en un locutorio y ver el partido Madrid-Barça. Luego volvía a
mendigar para conseguir otros dos dirhams para visitar Nueva York por
Internet. Esos eran sus posibles y los cumplía cada tarde. Es un primer paso. La velocidad y la red hacen el mundo más
próximo, más pequeño. ¿Justificaría ese
fenómeno la inmortalidad?
Me imagino dentro de muchos años, toda arrugadita, toda encogidita como una
oruga -más pequeña que la cucaracha de
Kafka- como un bicho-bola que dice mi nieta, mientras la raza va
evolucionando con el uso de las nuevas tecnologías. Dedos pulgares e índices muy desarrollados, los demás dedos, casi
desaparecidos. Un cabezón tipo ET
con orejas aplastadas por los auriculares y todo, piernas y brazos chiquitos
porque no los usarán mas que para sentarse delante de cien pantallas o lo que
exista entonces. No caminarán, se
moverán sentados en sillas propulsadas.
Y
yo que llevo tantos años aprendiendo a vivir la vida que me ha tocado,
adaptándome poquito a poco a lo que me iba encontrando, debería seguir
empujando la piedra hacia arriba de la
colina como Sisipho, verla cómo se cae, bajar a buscarla para volver a empezar.
Absurdo.
Cuesta
un gran esfuerzo encontrar el camino de la vida. Trenzar hilos blancos y negros
en una misma cuerda, en un mismo ser humano. Hay un cambio interior que nos
conduce a las cumbres del espíritu, que nos hace volar, creer por un instante en la
inmortalidad. Pero también llegan otros
cambios que nos abocan al abismo.
No pretendo la inmortalidad. ¿Quién soy yo para
imponer mis cánones, mis valores al futuro?
Pero sí reclamo la voluntad de
vivir sin renunciar a nada que me corresponda: ni al amor, ni a la ternura, ni
a la inteligencia. Y lo deseo para todos porque me avergonzaría ser feliz en soledad. He aportado una micro millonésima partícula de
neutrón a la cadena humana con cinco espléndidos eslabones que han creado ocho eslabones más que, a su vez,
seguirán aportando más eslabones. Esa es
la inmortalidad que reclamo. Y la
semilla de conocimiento y la sed de vivir que sembré en mis alumnos durante
muchos años, y la amistad que cuidé cuando
me la ofrecieron, como cuido una planta: la riego y le hablo para que no se
muera y crezca lozana.
Píndaro escribió: No te afanes, alma mía, por una vida
inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.
Yo
siento ese afán humano de imposibles, de inalcanzables, de sueños utópicos que
me hacen avanzar. Pero no deseo la
inmortalidad. No quiero ser el monstruo arqueológico de generaciones
venideras. Quiero sentir el miedo de arriesgar
lo que me importa para seguir luchando por ello. Eso es vivir.
Mi ámbito de lo posible hoy, sería ver realizados mis
guiones en pantalla, terminar una novela, un libro de poemas, un libro de
cuentos. Publicarlos, dejar así mi
humilde semilla como reconocimiento por las aptitudes que me entregaron
al nacer.
Y
me faltaba lo del árbol. Siendo jovencita, planté un ciprés en el camino de la
ermita de mi pueblo. Está frondoso y
erguido. Y aquí cerca, planté un cedro del Líbano cuando nació mi primer
nieto. Participo en la reforestación de
Mata Fina en Bahía, Brasil para ayudar a
que no destruyan el ecosistema en el que
han de vivir mis nietos.
Y cuando llegue el día del último
viaje
Y esté al partir la nave que
nunca ha de tornar
Me encontraréis a bordo ligero de
equipaje
Casi desnudo, como los hijos de
la mar.
Allí me esperan los que he amado
y me han precedido. Pronto los veré.
Madrid, 28.2.2012
Carmen, veo que has conseguido colgar algo. Pero me temo que me dejé abierta mi sesión de usuario de google en tu ordenador porque sale con mi nombre como si lo hubiera subido yo. Deberías cliquear arriba a la derecha en "salir", y luego acceder de nuevo con tu dirección de correo y tu clave.
ResponderEliminarCarmen, ¡qué maravilla! Podrías transmitirme de alguna manera mágica ese "savoir" tuyo, -que te sobra-, y a mí tanto me falta.
ResponderEliminarFelicidades.
Tornasol
Carmen, ¡qué maravilla! Podrías transmitirme de alguna manera mágica ese "savoir" tuyo, -que te sobra-, y a mí tanto me falta.
ResponderEliminarFelicidades.
Tornasol