“Oui”
Aquella terraza soleada en la mañana otoñal, le
atrajo irresistiblemente hacia ella y, buscando una mesa libre, se sentó y
espero a que el camarero se le acercara para pedirle un café con leche. Eran
las once y media y podía dar por concluida su jornada laboral. Había viajado
hasta Paris para cerrar la venta de un importante pedido para su fábrica de botones
de fantasía. A pesar de haberlo concluido con éxito, no se sentía satisfecho
del todo. El precio pactado, y sobre todo el plazo de entrega, le obligaría a
pagar muchas horas extraordinarias y el poco margen de beneficio acabaría esfumándose.
Mientras estaba en estas reflexiones, sus ojos se detuvieron en la imagen de
una muchacha que, sentada unas mesas mas allá, parecía inmersa como él en una
profunda reflexión.
Le distrajo el camarero
depositando el café con leche en la mesa y un gran vaso de agua. Vació el sobre
de azúcar en el café y con la cucharilla empezó a remover lentamente mientras
dirigía la vista a todo cuanto le rodeaba: el bulevar de enfrente, las flores
que en él había, los coches que por todas partes circulaban, el quiosco de
periódicos próximo, el continuo discurrir de los transeúntes por las aceras, y
los hombres de negocios que, leyendo el periódico y absortos a cuanto había a su alrededor,
copaban la mayoría de las mesas colindantes.
Bajó la mirada hacia la taza del
café y tras dar el primer sorbo, fijó sus ojos nuevamente en la muchacha que
estaba sentada en una mesa próxima. Permanecía completamente igual que cuando
se fijó en ella por primera vez. Seguía en estado aparente de reflexión
continua, absorta a cuanto a su alrededor sucedía. No había movido una página
del periódico que tenia enfrente y estaba como aletargada
Mientras tomaba el café sorbo a
sorbo, empezó a fijarse en ella de manera detallada. Le gustó el pelo suelto,
limpio y sedoso , que le caía por las mejillas. Sus manos, algo grandes,
parecían delicadas. El vestido corto le permitió contemplar unos muslos
turgentes que le provocaron una ligera subida de la libido. Los zapatos estaban
brillantes y limpios, cosa que le agradaba mucho porque a él siempre le dijeron
que los zapatos son una muestra de la personalidad de las personas que los
calzan. Si llevaba los zapatos limpios era porque tenía una buena autoestima,
era ordenada y tenía un buen concepto de si misma, se dijo:¿En qué estaría pensando….? Eso
mismo se parecía preguntar la viejecita que en una mesa colindante, estaba
junto a ella, y que no dejaba de mirarla mientras disimulaba con el periódico
delante. Ella se había bebido la consumición, las gafas de sol descansaban
encima de la mesa y, miraba sin ver la prensa como queriendo encontrar una
respuesta a algo que le atormentaba.
Protegida bajo el toldo de la
terraza, parecía estar cómoda con la
temperatura exterior. En el sol, sin
embargo hacia mucho calor.
Cuando acabó con el café, bebió
un buen sorbo de agua y dejó el vaso sobre la mesa mirando nuevamente a la muchacha que tenia
enfrente. ¡Me gusta!, se dijo: me gusta su vestido blanco y ceñido, me gusta su
pelo limpio, sus muslos, sus zapatos y….
, en ese momento, ella levantó la vista hacia el frente, como para querer
descansar la mirada y, tras hacer un recorrido de ciento ochenta grados con su
cabeza, acabó deteniendo sus ojos, por unos instantes, en los ojos de él, a la
vez que, le regalaba una seductora sonrisa que, inquietó mucho al provinciano
fabricante de botones y le provocó una súbita taquicardia.
Ella, lánguidamente volvió a
fijar la mirada en la prensa que tenia frente a si, de tal manera que, parecía
que nunca la hubiera levantado de allí.
El, volviendo a beber agua, trató
de tranquilizarse, y quiso que su corazón volviera a latir con su pulso normal.
Al poco de conseguirlo, su mente se
dispersaba en continuos pensamientos mitad racionales mitad
irracionales.
Se descubrió tratando de ver
reflejado en su memoria el rostro que apenas percibió segundos antes mientras
ella lo miró. ¡Preciosa ¡ se dijo. Es una mujer preciosa…. Ya me gustaría a mi
casarme con ella. Debe ser poco mas joven que yo. Está sola y debe estar
buscando trabajo. Quizá no sea francesa. A lo mejor le ha dejado su novio.
¿Dónde vivirá? ¿A que se dedicará?. Yo seria feliz pudiendo dar todo lo que
tengo a una mujer como esa. Conmigo no le iba a faltar de nada. Tengo una
fábrica próspera y de mi propiedad que, he heredado de mi padre cuando falleció
el año pasado. Tengo una bonita villa con espacio suficiente para formar una
numerosa familia y darles a todos cuanto pudieran necesitar. No me gusta
ninguna muchacha de mi pueblo ni de los
alrededores. Son todas unas lagartas que solo me quieren por mi dinero, pero
ésta, que no sabe quien soy, seguro que se enamora de mi por mi forma sencilla
de ser, por mi espíritu alegre, despreocupado y simpático. Con mi sentido del
humor, se verá arrastrada a mi lado sin que nunca más nos podamos separar.
Volvió a beber agua como para
tomar aliento y, en su mente apareció de nuevo el rostro de la muchacha. Se sorprendió con un gesto extraño, algo parecido a una sorpresa, o
mejor aun, a un susto. Intentó focalizar la imagen nuevamente en su cabeza, pero
ya se había desvanecido. Ella seguía mostrando su lado izquierdo cubierto por
el cabello, y la mirada fija en el periódico que tenia frente a si. La zozobra
se apoderó de él y, tras otro sorbo de agua, quiso ver nuevamente en su retina
el rostro apenas divisado una única vez. Se concentró, y al poco, volvió
nuevamente a florecer la imagen de la muchacha. Una sonrisa se
dibujó en su rostro, y el corazón le latió con más fuerza. Es preciosa se dijo,
y mientras lo decía, pudo contemplar algo que le llamó nuevamente la atención:
no eran sus ojos; color miel, ni su nariz, delgada y proporcionada. Ni sus
labios carnosos y rojos. Ni sus mejillas tersas y blancas. ¿Qué era aquello que
entonces le había sobresaltado?
Su madre le había dicho que lo
mejor que él tenia, era su intuición. Sabía que no era una persona muy
inteligente. A la universidad no fue. Su padre le había enseñado el negocio, y
él, gracias a su intuición lo había hecho crecer. Ahora, con tan escasos
elementos, no podía tomar una decisión. Su corazón le decía que aquella era la
mujer de su vida y que, seria la envidia de su pueblo cuando todos le vieran
llegar con ella.
En estas reflexiones andaba,
cuando ella se levantó, se puso sus gafas de sol, dobló el periódico; y, cuando él pensaba que se iría de allí sin dirigirle
ni una mirada; abrió su bolso, sacó un cigarrillo y tras mirar y remirar en su
interior buscando un encendedor, posó la mirada en la mesa del joven fabricante
y se encaminó hacia él con un ligero movimiento de cadera que, dejó
boquiabierto al enternecido empresario,
y mas confirmado aun en el febril
enamoramiento súbito que le había producido.
Al llegar a su altura,
mostrándole el cigarrillo, se lo puso en los labios y se aproximó tanto a él
que, éste, con las mejillas encendidas, a pocos centímetros de sus ojos,
prendió el encendedor y le dio fuego.
Me permites invitarte a un café,
por favor, le dijo él, con un ligero nervosismo en su voz.
-“Oui”- le respondió ella con una voz algo
rugosa; y, con un gesto de mano, llamó al camarero y éste, con una sonrisa
picarona se acercó a la mesa y mirando primero a ella y luego a él, preguntó lo
que querían beber. ¿Entonces dos Martinis secos, señor? Le interrogó a él,
mirándole a los ojos, y con las cejas enarcadas y los labios fruncidos. Si, le
contestó secamente, con ganas de que se fuera de allí cuanto antes, y con
muchas prisas por empezar a mostrar cada uno de sus encantos a esa preciosa
mujer que tenia a su lado.
Conforme se retiraba el servicial
e irónico muchacho en busca de la
comanda al interior del bar, a su cerebro, le llegaron las imágenes con la cara
burlona del camarero, y la visión próxima del rostro de ella, mientras le encendía el cigarrillo. En
ese instante comprendió todo, supo lo que su intuición le había querido decir y
no había sabido ver. Entendió la cara del camarero y, se sintió cual cazador
cazado: las manos, la voz, y esa nuez bajo su barbilla, ponían a las claras una
evidencia.
Se acordó de la película “Con
faldas y a lo loco” , y se dijo: ¡nadie
es perfecto!
Hola, César: Tienes una gran habilidad en que el texto discurra con fluidez y en que el lector esté intrigado hasta el último momento.No se hace nada pesado, pero ¿te acuerdas lo que nos dijo Alejandro?. Hay que escribir todo lo que se nos ocurra para tener material. Después no hay más remedio que "economizar". Ya que ha pasado un tiempo hay que repasar: evitar tanto gerundio, los adverbios en "mente", la repetición de adjetivos "preciosa,preciosa". La historia me ha gustado mucho y también cómo lo cuentas, tiene mérito, pero el desenlace me ha parecido algo brusco. Creo que sólo has puesto como pista que tenía las manos algo grandes y que dijo "Oui" de forma algo rugosa. Creo que no es suficiente. Al menos dos pistas más, muy sutiles, eso sí,(ahí está el mérito y los trucos del escritor) para ir preparando al lector. Esa es mi opinión. Por lo demás lo veo bien contado, gracioso y fluido. Un abrazzo. Maribel.
ResponderEliminarMaribel: muchas gacias por tus sinceros consejos. Lo primero decirte que, no doy mas de mi.. Yo no he escrito nunca y , demasiado que de vez en cuando hago un relato, pero es verdad que hay que escribir cuando prende la chispa y luego leerlo y leelo, corregirlo y coregirlo hasta que vuelva de nuevo la insopiracion. En cuanto a este relato, te diré que, repito adrede la palabra preciosa porque he querido (aunque a lo mejor no he sabido) hacer ver que era un hombre sir formación ni lecturas, con un lenguaje simple y unos pensamientos poco elborados. Lo de las pistas, pues es que no se hacerlo mejor. Para mi que, lo pillan rapido, sobre todo los hombre que estamos mas petardeados, pero el final es abierto y subito. Se preta a una segunda parte ...jajajaja en donde el empresario desiste de su aventura homesexual, o no, se lo lleva al pueblo, o , para evitar la posible verguenza ,y enamorado hasta las trancas, huye y abandona todo.. Venga Maribel, animate a hacerlo.
EliminarUn beso y muchas gracias
Cesar
Estupendo relato. Y además con foto. Me alegra que sigas con nosotros a través del blog. Recuerda que tienes página abierta en la web por si lo quieres colgar.
ResponderEliminarUn saludo. Enrique.
https://sites.google.com/site/relatopia/home/relatos/cesar-blanco
Muchas gracias Enrique. Yo sigo con la sotana puesta de Relatopico, y profeso la adiccion al grupo, asi que, si no me echais, de vez en cuando apareceré enseñando la patita.
ResponderEliminarOs echo de menos... Esa hora y media no tenia precio para mi.
Saludos
Cesar