Basilio estaba a punto de cerrar su tienda de ultramarinos.
A pesar del catarro atendió al último cliente con su mejor sonrisa.
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Los huevos, la leche, tres latas de atún y galletas.
¿Algo más que declarar, señor juez?
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Por favor Basi, llámame Pedro, somos de confianza.
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En tal caso, son treinta euros.
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¿Cómo? No puede ser. No pensarás que te voy a pagar la
reforma del local.
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Don Pedro, que como jurista tiene usted todos los
premios, pero la bombilla que lleva en el bolsillo no es gratis, y eso que las
cobro a precio de fábrica.
El cliente, azorado, sacó el envase sustraído en la tienda
de su chaqueta.
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Cla-claro…Por supuesto Basilio, ¿cómo pueden ser tan
caras?
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Como dicen ustedes a veces, señoría: ese caso ya no
pertenece a mi jurisdicción.
Como no había entradas, desde el mes de Junio, he colgado esto del
y lo enlazo por si queréis presentar algo.
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