El Payaso del tren
El viaje es largo.
Eterno. El tren para cada dos por tres sin motivo aparente. El vagón
está abarrotado de gente apiñada que, agotados ya, dormitan en
silencio con las cabezas apoyadas los unos contra los otros,
despertando sobresaltados con cada frenada o cada arrancada. La
madera cruje. El humo de la locomotora se une a la niebla espesa que
les rodea y nievan copos sucios de hollín. Se oyen algunos ronquidos
cercanos y algunas voces lejanas. Una niña se despierta y mira
asustada con dos enormes ojos negros todo lo que le rodea. Enfrente
de ella un viejo insomne de barbas blancas le sonríe y le guiña un
ojo. Ella, avergonzada, se tapa la cara con las manos, pero luego se asoma entre los dedos para ver de nuevo al viejo. Éste se da
cuenta y le saca la lengua. Ella vuelve a taparse los ojos, pero
sonríe, se asoma de nuevo y saca a su vez la lengua al viejo. Éste,
se tapa la cara con la solapa de la gabardina y bajándola lentamente
deja ver dos ojos muy abiertos, subiendo y bajando ostensiblemente arqueadas las enormes cejas de largos
cabellos blancos. La niña ríe, se quita las manos de
la cara y abre los suyos imitándole. Él aparta la gabardina y deja
ver su cara con una enorme, roja y redonda nariz de payaso. La niña
da un gritito de sorpresa y se queda con la boca abierta, emocionada.
El viejo gesticula como un mimo e imitando el zumbido de una mosca
que hubiera salido volando de la boca de la niña, y mueve la cara como
siguiendo su vuelo hasta que finge que se ha metido en su boca y se
la ha tragado.
La niña ríe en alto. Él se palpa la
barriga desesperado mientras finge que la mosca que zumba en su
interior le hace cosquillas por dentro y se retuerce como un poseso.
La niña empieza a soltar ahogadas carcajadas y sus profundos ojos
negros brillan anegados en lágrimas de la risa. Sus padres se
despiertan y sonríen al ver la escena.
Finalmente el viejo payaso levanta un
poco el culo e imitando el sonido de un pedo hace como que caza al
vuelo con la mano la mosca que acaba de expulsar. Luego, abriendo
despacio la mano la coge con cuidado con dos dedos y se la acerca a
la nariz.
-¡Buaj!¡Que asco!- dice poniendo una
grotesca mueca de desagrado- ¡No me extraña que las llamen moscas
de la caca!
La niña explota a reír sujetándose
la barriga y doblándose hacia delante.
El viejo le ofrece la mosca y ella pone
cara de asco rechazándola mientras se seca las lágrimas. Entonces
el viejo se encoge de hombros y finge guardársela en el bolsillo de
la gabardina diciendo:
-Mejor me la guardo, nunca se sabe
cuando va uno a necesitar una mosca de la caca.
En eso para el tren y se abren las puertas. A gritos les ordenan bajar a todos. Es de noche. Unos focos
les deslumbran. Todo son órdenes en un idioma desconocido. Les ponen
en fila. Los soldados les empujan, les insultan, les golpean. Pasan
bajo un arco de hierro donde pone “El trabajo os hará libres”.
Luego les van separando en dos filas. Los niños,los ancianos y los
enfermos en una, los jóvenes y adultos sanos en otra. La niña llora
agarrada a su madre. A culatazos se la arrancan de los brazos y la
arrojan al suelo haciendo amago de disparar contra ella. El viejo
payaso la levanta y la coge de la mano, haciendo a los padres un
gesto que indica que él se hace cargo de ella.
Luego, se pone de nuevo la nariz de
payaso y guiñándole un ojo le dice mientras mueve su mano dentro
del bolsillo de la gabardina imitando el zumbido de la mosca:
-No te preocupes. ¿Ves? No estamos
solos, la mosca se viene con nosotros.
Ella le agarra fuertemente y siguen
avanzando con su fila hacia una especie de fábrica con una enorme
chimenea de la que emana humo color ceniza.
Entonces, el viejo, tragando saliba,
hace como que coge la mosca y la mete en el bolsillito del abrigo de
la niña.
-Toma, guárdatela tú,- le dice- te
dará suerte, se llama Libertad.
La niña sonríe, y con la mano libre
sujeta la solapilla de su bolsillo para que no se escape su nuevo amigo volador, y
ambos siguen caminando bajo una extraña nieve de copos grisáceos
cada vez más densa.
E.Romero
Mayo 2012
Enrique, la historia, ya te lo dije, me ha parecido preciosa (y para mi fastidio, más tierna que la mía), pero lee el primer párrafo largo detenidamente. Seguro que lo has repasado poquísimo porque sé la falta de tiempo que tienes,pero es que me dá rabia que desmerezca el hermoso relato (ya sabes mis manías: participios y cacofonías). En un párrafo no sé si 12 o 14 participios ¿no crees que son muchos). Oye, hablando de otra cosa, creo que los libros eran a 8,50 euros. No me los pongas ahora con recargo ¿eh? El martes me regañas tú a mí por machacona, ¿vale?
ResponderEliminarTienes razón, Gracias por la observación. Sustituiré algunos por adjetivos sinónimos. En cuanto a los libros son a 8,50 esta vez. Además ya los pagaste el martes pasado. En principio ese es el precio.
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