miércoles, 18 de abril de 2012


AGOTAR   EL ÁMBITO DE LO POSIBLE  ( TEMA: La Inmortalidad)

                                                                                                           Carmen Martí

Hace 100.000 años, un meteorito engulló  a los dinosaurios. Si ese fenómeno no hubiese ocurrido ¿Serían hoy los dinosaurios inmortales?  ¿Jalonarían su evolución con testimonios de su ingenio? Modos de vida, civilización, arquitectura, pintura, música…¿ Cómo serían sus ciudades? ¿Sería  su gusto artístico, como el mundo de E.T o de Shrek?  Tal vez su definición de belleza nos espantaría ahora.  Los cánones de belleza  los establecen las diferentes civilizaciones.

¿Inmortalidad para que?  La vida es evolución, cambio.   Los cánones de vida y de belleza los establecen las diferentes civilizaciones. Hoy se busca  la eterna juventud.  Las modelos de Rubens  no gustan hoy, sin embargo la belleza del cuadro, de la obra creada,   sí es inmortal. Aunque, como decía Aristóteles,”son inmortales las obras, no siempre los autores”.   Los creadores son los avanzados del pensamiento y de la creación en cada época y no siempre son comprendidos.  Las diferentes épocas definen si una obra es o no inmortal. A veces tardan siglos en ser  reconocidas.

         

          Hoy, las redes sociales han abolido todas las fronteras, los niveles socioculturales, las diferencias raciales… en la red, por lo menos,  todos  somos iguales.

Conocí  a un niño en Marruecos que mendigaba hasta conseguir dos dirhams para pagarse una hora de Internet en un locutorio y ver el partido Madrid-Barça. Luego volvía a mendigar para conseguir otros dos dirhams para visitar Nueva York por Internet.  Esos eran sus posibles y los cumplía cada tarde.  Es un primer paso.  La velocidad y la red hacen el mundo más próximo, más pequeño.  ¿Justificaría ese fenómeno la inmortalidad?  

          Me imagino dentro de muchos años,  toda arrugadita, toda encogidita como una oruga  -más pequeña que la cucaracha de Kafka-  como un bicho-bola  que dice mi nieta, mientras la raza va evolucionando con el uso de las nuevas tecnologías.  Dedos pulgares e índices  muy desarrollados, los demás dedos, casi desaparecidos. Un cabezón tipo ET con orejas aplastadas por los auriculares y todo, piernas y brazos chiquitos porque no los usarán mas que para sentarse delante de cien pantallas o lo que exista entonces.  No caminarán, se moverán sentados  en sillas propulsadas.

Y yo que llevo tantos años aprendiendo a vivir la vida que me ha tocado, adaptándome poquito a poco a lo que me iba encontrando, debería seguir empujando la piedra hacia  arriba de la colina  como Sisipho,  verla cómo se cae,  bajar a buscarla para volver a empezar. Absurdo. 

Cuesta un gran esfuerzo encontrar el camino de la vida. Trenzar hilos blancos y negros en una misma cuerda, en un mismo ser humano. Hay un cambio interior que nos conduce a las cumbres del espíritu, que nos hace volar,  creer por un instante en la inmortalidad.  Pero también llegan otros cambios  que nos abocan  al abismo.

No  pretendo la inmortalidad. ¿Quién soy yo para imponer mis cánones, mis valores al futuro?  Pero sí  reclamo la voluntad de vivir sin renunciar a nada que me corresponda: ni al amor, ni a la ternura, ni a la inteligencia.  Y lo deseo para todos porque  me avergonzaría  ser feliz en soledad.  He aportado una micro millonésima partícula de neutrón  a la cadena humana  con cinco espléndidos eslabones que  han creado ocho eslabones más que, a su vez, seguirán aportando más eslabones.  Esa es la inmortalidad que reclamo.  Y la semilla de conocimiento y la sed de vivir que sembré en mis alumnos durante muchos años,  y la amistad que cuidé cuando me la ofrecieron, como cuido una planta: la riego y le hablo para que no se muera y crezca lozana.

Píndaro escribió: No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.

Yo siento ese afán humano de imposibles, de inalcanzables, de sueños utópicos que me hacen avanzar.  Pero no deseo la inmortalidad. No quiero ser el monstruo arqueológico de generaciones venideras.  Quiero sentir el miedo de arriesgar lo que me importa para seguir luchando por ello. Eso es vivir.

Mi ámbito de lo posible hoy, sería ver realizados mis guiones en pantalla, terminar una novela, un libro de poemas, un libro de cuentos. Publicarlos, dejar así mi  humilde semilla como reconocimiento por las aptitudes que me entregaron al nacer.

Y me faltaba lo del árbol. Siendo jovencita, planté un ciprés en el camino de la ermita de mi pueblo.  Está frondoso y erguido. Y aquí cerca, planté un cedro del Líbano cuando nació mi primer nieto.  Participo en la reforestación de Mata Fina  en Bahía, Brasil para ayudar a que no destruyan el ecosistema  en el que han de vivir mis nietos.



Y cuando llegue el día del último viaje

Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar

Me encontraréis a bordo ligero de equipaje

Casi desnudo, como los hijos de la mar.



Allí me esperan los que he amado y me han precedido. Pronto los veré.

Madrid, 28.2.2012

3 comentarios:

  1. Carmen, veo que has conseguido colgar algo. Pero me temo que me dejé abierta mi sesión de usuario de google en tu ordenador porque sale con mi nombre como si lo hubiera subido yo. Deberías cliquear arriba a la derecha en "salir", y luego acceder de nuevo con tu dirección de correo y tu clave.

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  2. Carmen, ¡qué maravilla! Podrías transmitirme de alguna manera mágica ese "savoir" tuyo, -que te sobra-, y a mí tanto me falta.
    Felicidades.
    Tornasol

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  3. Carmen, ¡qué maravilla! Podrías transmitirme de alguna manera mágica ese "savoir" tuyo, -que te sobra-, y a mí tanto me falta.
    Felicidades.
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