viernes, 13 de abril de 2012

"Oui"

“Oui”
Aquella  terraza soleada en la mañana otoñal, le atrajo irresistiblemente hacia ella y, buscando una mesa libre, se sentó y espero a que el camarero se le acercara para pedirle un café con leche. Eran las once y media y podía dar por concluida su jornada laboral. Había viajado hasta Paris para cerrar la venta de un importante pedido para su fábrica de botones de fantasía. A pesar de haberlo concluido con éxito, no se sentía satisfecho del todo. El precio pactado, y sobre todo el plazo de entrega, le obligaría a pagar muchas horas extraordinarias y el poco margen de beneficio acabaría esfumándose. Mientras estaba en estas reflexiones, sus ojos se detuvieron en la imagen de una muchacha que, sentada unas mesas mas allá, parecía inmersa como él en una profunda reflexión.
Le distrajo el camarero depositando el café con leche en la mesa y un gran vaso de agua. Vació el sobre de azúcar en el café y con la cucharilla empezó a remover lentamente mientras dirigía la vista a todo cuanto le rodeaba: el bulevar de enfrente, las flores que en él había, los coches que por todas partes circulaban, el quiosco de periódicos próximo, el continuo discurrir de los transeúntes por las aceras, y los hombres de negocios que, leyendo el periódico  y absortos a cuanto había a su alrededor, copaban la mayoría de las mesas colindantes.
Bajó la mirada hacia la taza del café y tras dar el primer sorbo, fijó sus ojos nuevamente en la muchacha que estaba sentada en una mesa próxima. Permanecía completamente igual que cuando se fijó en ella por primera vez. Seguía en estado aparente de reflexión continua, absorta a cuanto a su alrededor sucedía. No había movido una página del periódico que tenia enfrente y estaba como aletargada
Mientras tomaba el café sorbo a sorbo, empezó a fijarse en ella de manera detallada. Le gustó el pelo suelto, limpio y sedoso , que le caía por las mejillas. Sus manos, algo grandes, parecían delicadas. El vestido corto le permitió contemplar unos muslos turgentes que le provocaron una ligera subida de la libido. Los zapatos estaban brillantes y limpios, cosa que le agradaba mucho porque a él siempre le dijeron que los zapatos son una muestra de la personalidad de las personas que los calzan. Si llevaba los zapatos limpios era porque tenía una buena autoestima, era ordenada y tenía un buen concepto de si misma, se dijo:¿En qué estaría pensando….? Eso mismo se parecía preguntar la viejecita que en una mesa colindante, estaba junto a ella, y que no dejaba de mirarla mientras disimulaba con el periódico delante. Ella se había bebido la consumición, las gafas de sol descansaban encima de la mesa y, miraba sin ver la prensa como queriendo encontrar una respuesta a algo que le atormentaba.
Protegida bajo el toldo de la terraza,  parecía estar cómoda con la temperatura exterior. En el sol,  sin embargo hacia mucho calor. 
Cuando acabó con el café, bebió un buen sorbo de agua y dejó el vaso sobre la mesa  mirando nuevamente a la muchacha que tenia enfrente. ¡Me gusta!, se dijo: me gusta su vestido blanco y ceñido, me gusta su pelo limpio, sus muslos, sus zapatos  y…. , en ese momento, ella levantó la vista hacia el frente, como para querer descansar la mirada y, tras hacer un recorrido de ciento ochenta grados con su cabeza, acabó deteniendo sus ojos, por unos instantes, en los ojos de él, a la vez que, le regalaba una seductora sonrisa que, inquietó mucho al provinciano fabricante de botones y le provocó una súbita taquicardia.
Ella, lánguidamente volvió a fijar la mirada en la prensa que tenia frente a si, de tal manera que, parecía que nunca la hubiera levantado de allí.
El, volviendo a beber agua, trató de tranquilizarse, y quiso que su corazón volviera a latir con su pulso normal. Al poco de conseguirlo, su mente se  dispersaba en continuos pensamientos mitad racionales mitad irracionales.
Se descubrió tratando de ver reflejado en su memoria el rostro que apenas percibió segundos antes mientras ella lo miró. ¡Preciosa ¡ se dijo. Es una mujer preciosa…. Ya me gustaría a mi casarme con ella. Debe ser poco mas joven que yo. Está sola y debe estar buscando trabajo. Quizá no sea francesa. A lo mejor le ha dejado su novio. ¿Dónde vivirá? ¿A que se dedicará?. Yo seria feliz pudiendo dar todo lo que tengo a una mujer como esa. Conmigo no le iba a faltar de nada. Tengo una fábrica próspera y de mi propiedad que, he heredado de mi padre cuando falleció el año pasado. Tengo una bonita villa con espacio suficiente para formar una numerosa familia y darles a todos cuanto pudieran necesitar. No me gusta ninguna muchacha  de mi pueblo ni de los alrededores. Son todas unas lagartas que solo me quieren por mi dinero, pero ésta, que no sabe quien soy, seguro que se enamora de mi por mi forma sencilla de ser, por mi espíritu alegre, despreocupado y simpático. Con mi sentido del humor, se verá arrastrada a mi lado sin que nunca más nos podamos separar.
Volvió a beber agua como para tomar aliento y, en su mente apareció de nuevo el rostro de la muchacha. Se sorprendió con un gesto extraño, algo parecido a una sorpresa, o mejor aun, a un susto. Intentó focalizar la imagen nuevamente en su cabeza, pero ya se había desvanecido. Ella seguía mostrando su lado izquierdo cubierto por el cabello, y la mirada fija en el periódico que tenia frente a si. La zozobra se apoderó de él y, tras otro sorbo de agua, quiso ver nuevamente en su retina el rostro apenas divisado una única vez. Se concentró, y al poco, volvió nuevamente a florecer  la imagen de la muchacha. Una sonrisa se dibujó en su rostro, y el corazón le latió con más fuerza. Es preciosa se dijo, y mientras lo decía, pudo contemplar algo que le llamó nuevamente la atención: no eran sus ojos; color miel, ni su nariz, delgada y proporcionada. Ni sus labios carnosos y rojos. Ni sus mejillas tersas y blancas. ¿Qué era aquello que entonces le había sobresaltado? 
Su madre le había dicho que lo mejor que él tenia, era su intuición. Sabía que no era una persona muy inteligente. A la universidad no fue. Su padre le había enseñado el negocio, y él, gracias a su intuición lo había hecho crecer. Ahora, con tan escasos elementos, no podía tomar una decisión. Su corazón le decía que aquella era la mujer de su vida y que, seria la envidia de su pueblo cuando todos le vieran llegar con ella. 
En estas reflexiones andaba, cuando ella se levantó, se puso sus gafas de sol, dobló el periódico; y, cuando  él pensaba que se iría de allí sin dirigirle ni una mirada; abrió su bolso, sacó un cigarrillo y tras mirar y remirar en su interior buscando un encendedor, posó la mirada en la mesa del joven fabricante y se encaminó hacia él con un ligero movimiento de cadera que, dejó boquiabierto al enternecido empresario,  y mas confirmado aun  en el febril enamoramiento súbito que le había producido.
Al llegar a su altura, mostrándole el cigarrillo, se lo puso en los labios y se aproximó tanto a él que, éste, con las mejillas encendidas, a pocos centímetros de sus ojos, prendió el encendedor y le dio fuego.
Me permites invitarte a un café, por favor, le dijo él, con un ligero nervosismo en su voz.
 -“Oui”- le respondió ella con una voz algo rugosa; y, con un gesto de mano, llamó al camarero y éste, con una sonrisa picarona se acercó a la mesa y mirando primero a ella y luego a él, preguntó lo que querían beber. ¿Entonces dos Martinis secos, señor? Le interrogó a él, mirándole a los ojos, y con las cejas enarcadas y los labios fruncidos. Si, le contestó secamente, con ganas de que se fuera de allí cuanto antes, y con muchas prisas por empezar a mostrar cada uno de sus encantos a esa preciosa mujer que tenia a su lado.
Conforme se retiraba el servicial e irónico muchacho  en busca de la comanda al interior del bar, a su cerebro, le llegaron las imágenes con la cara burlona del camarero, y la visión próxima del rostro de  ella, mientras le encendía el cigarrillo. En ese instante comprendió todo, supo lo que su intuición le había querido decir y no había sabido ver. Entendió la cara del camarero y, se sintió cual cazador cazado: las manos, la voz, y esa nuez bajo su barbilla, ponían a las claras una evidencia.
Se acordó de la película “Con faldas y a lo loco” , y se dijo:  ¡nadie es perfecto!

4 comentarios:

  1. Hola, César: Tienes una gran habilidad en que el texto discurra con fluidez y en que el lector esté intrigado hasta el último momento.No se hace nada pesado, pero ¿te acuerdas lo que nos dijo Alejandro?. Hay que escribir todo lo que se nos ocurra para tener material. Después no hay más remedio que "economizar". Ya que ha pasado un tiempo hay que repasar: evitar tanto gerundio, los adverbios en "mente", la repetición de adjetivos "preciosa,preciosa". La historia me ha gustado mucho y también cómo lo cuentas, tiene mérito, pero el desenlace me ha parecido algo brusco. Creo que sólo has puesto como pista que tenía las manos algo grandes y que dijo "Oui" de forma algo rugosa. Creo que no es suficiente. Al menos dos pistas más, muy sutiles, eso sí,(ahí está el mérito y los trucos del escritor) para ir preparando al lector. Esa es mi opinión. Por lo demás lo veo bien contado, gracioso y fluido. Un abrazzo. Maribel.

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    1. Maribel: muchas gacias por tus sinceros consejos. Lo primero decirte que, no doy mas de mi.. Yo no he escrito nunca y , demasiado que de vez en cuando hago un relato, pero es verdad que hay que escribir cuando prende la chispa y luego leerlo y leelo, corregirlo y coregirlo hasta que vuelva de nuevo la insopiracion. En cuanto a este relato, te diré que, repito adrede la palabra preciosa porque he querido (aunque a lo mejor no he sabido) hacer ver que era un hombre sir formación ni lecturas, con un lenguaje simple y unos pensamientos poco elborados. Lo de las pistas, pues es que no se hacerlo mejor. Para mi que, lo pillan rapido, sobre todo los hombre que estamos mas petardeados, pero el final es abierto y subito. Se preta a una segunda parte ...jajajaja en donde el empresario desiste de su aventura homesexual, o no, se lo lleva al pueblo, o , para evitar la posible verguenza ,y enamorado hasta las trancas, huye y abandona todo.. Venga Maribel, animate a hacerlo.
      Un beso y muchas gracias
      Cesar

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  2. Estupendo relato. Y además con foto. Me alegra que sigas con nosotros a través del blog. Recuerda que tienes página abierta en la web por si lo quieres colgar.
    Un saludo. Enrique.

    https://sites.google.com/site/relatopia/home/relatos/cesar-blanco

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  3. Muchas gracias Enrique. Yo sigo con la sotana puesta de Relatopico, y profeso la adiccion al grupo, asi que, si no me echais, de vez en cuando apareceré enseñando la patita.
    Os echo de menos... Esa hora y media no tenia precio para mi.
    Saludos
    Cesar

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