domingo, 29 de abril de 2012

TARDE LARGA

...Égica, Witiza y Rodrigo. Ante el pasmo de sus compañeros Pedro había recitado todos los Reyes Godos. En el gimnasio saltó caballo, potro y plinto sin volcarlo; subió la barra fija y la cuerda, las dos a pulso. El dictado sin tachaduras en rojo de la maestra. Los goles que metió en su calle fueron pan comido, arrodillándose ante él hasta los abusones. El regreso a casa por la Gran Vía sin mangantes que lo amenazaran.
Al llegar a merendar Pedro fue recibido por doña Emilia, la vecina, que le contó cómo su abuelita había enfermado tanto que su madre había llegado más tarde que los angelitos y se quedaría en el pueblo unos días para despedirla. Al ver a su hermano quinceañero con los ojos enrojecidos y escuchar sollozos en el cuarto de la benjamina, Pedro, a punto de llorar, supo lo difícil que sería mantenerse en la cumbre.


Microrrelato presentado al concurso 100 años de la Gran Vía hace un par de años.
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3 comentarios:

  1. Está muy bien. Lo que al principio parece una cosa lúdica y muy gratificante, despues nos hace reflexionar sobre la trascendencia de la vida y la muerte y de cómo un niño tiene que afrontar y, en cierto modo, le tiene que afectar, la dura realidad. Muy bien.
    Tornasol

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  2. Me has contagiado a mi lo mismos sentimientos que a Pedro... Me tendré que tomar dos cervezas seguidas para que se me pase la angustia. ¡Muy bueno compañero!
    Cesar

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  3. Muchas gracias a los dos, que además estáis de lo más activos por aquí. Un abrazo.

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