domingo, 4 de noviembre de 2012

LA LAVADORA AUTOMÁTICA

LA LAVADORA AUTOMÁTICA

Hoy, por fin, ha llegado la lavadora automática que nos hemos comprado. Estábamos todos expectantes alrededor de ella. Sobre todo yo, que estoy a punto de parir mi cuarto hijo y la espero ansiosa, pensando en lo que me va a simplificar el trabajo de la casa. Con la ilusión que me hace hasta el embalaje me ha parecido precioso. Poco a poco se lo hemos quitando. El fleje de hierro, la caja de cartón, la bolsa de plástico. Los manuales con las instrucciones. Dentro de la puerta de la lavadora venía de regalo un paquete de jabón marca Skip. Le he puesto en su sitio en la cocina.
Había llegado el momento de dejar la lavadora de turbina para el desguace. La de turbina mueve las sábanas, pero luego hay que sacarlas y escurrirlas metiéndolas entre los dos rodillos y dando vueltas a la manivela para que el agua se escape y así quede lista para tenderla. Aquel primer avance comparado con éste de la lavadora automática, que hace que la ropa se lave y se centrifugue, es como comparar  la cocina de carbón con la de gas butano.
            La hemos probado. La hemos enchufado a la luz y conectado el agua y el desagüe. Ansiosos por probarla todos a su alrededor: los niños, mi cuñada, mi marido y yo, hemos metido unas cuantas prendas de ropa,  el jabón y ¡a lavar!.
Nos ha extrañado el ruido tan raro que hacía ¿esta  no era silenciosa? hemos dicho todos. Terminado el programa, y llegada la hora del centrifugado,  la lavadora ha empezado a vibrar y ha echado a correr por la cocina llegando casi  a la puerta del pasillo. Mi cuñada, yo con mi tripa, y los demás la agarrábamos por donde podíamos para que no diera tantos saltos sujetándola para que no avanzara más. Aquello no era lógico parecía una película cómica. ¡Esto es  una máquina infernal!
No puede ser normal, nos hemos dicho, todo el mundo cuenta maravillas, de este aparato, ¿por qué le pasa esto?
La atrevida y valiente mano de no sé quién, ha pulsado el botón de apagado y la lavadora por fin se  paró. No nos atrevíamos a tocarla. Armándonos de valor entre todos la hemos llevando a su sitio.
Mañana sin falta  llamaremos al técnico. Hemos decidido irnos a dormir, eso sí con un gran disgusto.
El técnico de la marca en cuestión ha llegado después de comer, toda la mañana hemos estado de los nervios, esperándole. Después de haberla desmontado, nos ha dicho con cara de pocos amigos:
-¡Pero por Dios, como no he han quitado ustedes los soportes que sujetan el tambor. Estos tienen por misión que  no se dañe el motor durante el transporte, casi se cargan la lavadora!
Hizo una prueba de centrifugado y hemos comprobado con gran satisfacción que ya no daba saltos, se estaba quietecita en su rincón y hacía sólo un ligero zumbido.
Desde ahora hemos decidido que en las próximas compras lo primero  que haremos será tratar de entender el libro de instrucciones. Espero que este estrés no adelante mi parto.      


Fuencisla nov..2012








1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena por la puesta en marcha del artilugio! 'Qué sería de las pobres mujeres sin ese aparato que no tiene nada de infernal. Menos mal que has podido entrar gracias al güebero al blog y a todo. Me he reído mucho, a pesar de ya habértelo escuchado. Besos.
    Tornasol

    ResponderEliminar